Una crianza feliz se puede conseguir. Ésta es la premisa de la que parte la psicóloga Rosa Jové, para ayudar a los padres a cuidar y entender a su hijo desde el nacimiento hasta los 6 años. Una etapa fundamental en la que se forja buena parte de la personalidad de niño y se asientan sus estructuras emocionales. Una crianza feliz se puede conseguir. Ésta es la premisa de la que parte la psicóloga Rosa Jové, autora del éxito Dormir sin lágrimas −35.000 ejemplares vendidos−, para ayudar a los padres a cuidar y entender a su hijo desde el nacimiento hasta los 6 años. Una etapa fundamental en la que se forja buena parte de la personalidad de niño y se asientan sus estructuras emocionales. «Solamente el bebé que se sienta satisfecho y atendido eliminará el miedo y el estrés de su vida. Será feliz». Pídelo ya y lo enviaremos cuando esté disponible. Recibirás un e-mail con la fecha de entrega estimada en cuanto tengamos más información. El cobro a tu cuenta se realizará cuando se envíe el producto.
La importancia de los hábitos y rutinas ▪ Los niños que comen poco ▪ Las rabietas y las palabrotas ▪ Adiós al pañal ▪ Los celos entre hermanos ▪ Miedosos y temerosos Un libro diferente, imprescindible para que en el núcleo familiar se aprenda a desarrollar ese apego saludable que todos los niños necesitan. Porque la vida de tu hijo está en tus manos.Descripcion
Una crianza feliz se puede conseguir. Ésta es la premisa de la que parte la psicóloga Rosa Jové, autora del éxito Dormir sin lágrimas 35.000 ejemplares vendidos, para ayudar a los padres a cuidar y entender a su hijo desde el nacimiento hasta los 6 años. Una etapa fundamental en la que se forja buena parte de la personalidad de niño y se asientan sus estructuras emocionales. «Solamente el bebé que se sienta satisfecho y atendido eliminará el miedo y el estrés de su vida. Será feliz».
La importancia de los hábitos y rutinas
Los niños que comen poco
Las rabietas y las palabrotas
Adiós al pañal
Los celos entre hermanos
Miedosos y temerosos
Un libro diferente, imprescindible para que en el núcleo familiar se aprenda a desarrollar ese apego saludable que todos los niños necesitan. Porque la vida de tu hijo está en tus manos.
Contenidos
Primeras páginas del libro:
Capítulo I
BASES PARA UNA CRIANZA FELIZ
Hace poco me contaron una historia:
Había una vez un lobo jardinero que se dedicaba a cuidar un pequeño bosque. Un día oyó acercarse a una niña con una caperuza roja que cruzaba el bosque pisando la hierba y arrancando sus flores. Preguntada a dónde iba, le dijo que a ver a su abuelita, que estaba enferma. Para evitar males mayores, la desvió por un camino algo más largo, pero asfaltado, que bordeaba el bosque.
Al poco se da cuenta de que ha debido de coger unas flores urticantes y, cruzando el bosque por el camino más rápido, llega a casa de la abuela.
La abuela, en cuanto lo ve, se encierra en el armario y mientras el lobo trata de convencerla para que salga oye acercarse a la niña.
—¿Qué hago? Le he pegado un susto de muerte a la abuela y ahora voy a causarle un disgusto a la niña si no la ve.
Recoge el gorro de la abuela, se lo pone y piensa: «Me hago pasar por la abuela y, después de que la niña se vaya, intento calmar a la pobre mujer».
La niña se acerca a la cama y nota ciertos cambios morfológicos que va preguntando, hasta que al final se da cuenta del engaño y sale corriendo. El lobo va detrás para intentar calmarla.
Por el bosque merodeaba un cazador que había seguido el rastro de los gritos y al ver a un lobo a tiro no se lo piensa dos veces y dispara. El cazador contento, la niña contenta y la abuela también.
Los lobos no se explican cómo ha llegado esta historia tan diferente hasta nuestros días… Pero nosotros sí podemos hacerlo porque sabemos que quien escribe la historia siempre la cuenta a su manera: el héroe de un bando es un enemigo o traidor para el contrario.
Si pasean por las estanterías de las librerías y bibliotecas (sección de educación para niños) se encontrarán con que la mayoría tienen títulos peyorativos para los niños del tipo Socorro, tengo un hijo adolescente, Pórtate bien, El pequeño dictador, Cómo sobrevivir a los hijos, Cómo evitar la tiranía en los niños…, porque los escribimos los adultos para los adultos. En ningún momento nos hemos detenido a pensar cómo se sentirían ellos. Por otra parte, el artículo 18 de nuestra Constitución garantiza el derecho a la propia imagen (se tenga la edad que se tenga), y estos títulos dañan la imagen del menor.
Una señora comentaba no hace mucho en una librería de mi ciudad: «Esto, esto es lo que tengo yo: ¡un tirano en casa!», en clara alusión a su hijo adolescente y al título de un libro que allí estaba. Probablemente esa mujer lo debía de estar pasando fatal por los problemas de comunicación y comportamiento de su hijo adolescente, pero mientras pensara que éste era un tirano seguro que iba a tardar más en solucionarlos. Aquel título posiblemente hiciera que el problema se agravara porque había añadido una palabra peyorativa al concepto que la madre tenía de su hijo: a partir de aquel momento éste pasó de ser un adolescente con problemas a ser un tirano.
Imaginen que este tipo de títulos se hicieran sobre otros colectivos: Socorro, tengo una mujer emancipada, Pórtate bien, El pequeño dictador,1 Cómo sobrevivir a los inmigrantes, Cómo evitar la tiranía en tu esposa… Más de un colectivo —¡y con razón!— se habría levantado en protesta porque la imagen de todo el grupo quedaba dañada con estos títulos. En el caso de los niños, algunos adultos incluso encuentran estos títulos graciosos.
No podemos empezar a educar a los niños sin el convencimiento de que tienen los mismos derechos que nosotros (los adultos). Que son personas de pleno derecho.
Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos
y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros».
Y ése debe de ser el primer paso ante cualquier actuación educativa hacia el menor: nunca menoscabar su dignidad ni sus derechos.
Este libro parte de la premisa de que educar es un camino que hay que recorrer con los hijos, al lado de los niños. ¿Cómo vamos a compartir viaje con alguien del que pensamos que nos quiere tomar el pelo o torearnos? Ese tipo de pensamientos provoca una distancia emocional entre padres e hijos. Ya no se hace el viaje con alguien, junto a alguien, sino unos delante y otros detrás; y eso en el mejor de los casos, porque hay otra opción peor, que es la de llevarlos a «rastras». Conforme esa distancia entre padres e hijos se acrecienta, cada vez es más difícil el camino de regreso.
No debemos caer en el error de ver la educación de los niños desde un solo ángulo; tenemos que darles voz, saber ponernos en su lugar. Sólo así podremos entenderlos, y la comprensión es el primer paso para solucionar un problema.
A principio de los noventa trabajaba en una escuela de mi ciudad que tenía un edificio muy antiguo y que estaba dando muchos problemas. Después de mucho pedir, construyeron uno nuevo. Semanas antes del traslado nos invitaron a ver el edificio a la comunidad de padres y profesionales del centro.
La decepción fue mayúscula. Los arquitectos no habían tenido en cuenta a ninguna de las personas que iban a usar el edificio (niños, padres, maestros, profesionales…) y habían caído en errores monumentales, como poner una escalera de diseño con unas barandillas por las cuales los niños podían caerse al vacío, o situar los percheros de las clases de parvulitos a metro y medio de altura. Lo más gracioso era ver a los niños de la clase de párvulos usando los urinarios de pared: como estaban demasiado altos, se ponían a orinar apuntando hacia arriba y el pis les volvía a caer en su pantalón (a los más afortunados sólo les salpicaba los zapatos). La inauguración se retrasó y, una vez instalados, las reformas continuaron.
Cuando se hace una cosa para alguien, hay que tener en cuenta a ese alguien. Como cuando en Navidad buscas un regalo adecuado a esa persona que tanto quieres; normalmente es un buen regalo si has tenido en cuenta sus gustos, no los tuyos. Por lo tanto, si usted es de los que piensa que para educar a un niño se pueden utilizar formas de trato diferentes de las que se usan con el resto de personas (pues no las emplearía con su pareja, ni con sus amigos íntimos), como dejarles llorar, enviarles a su habitación, ignorarles, dejarles sin cenar, quitarles sus objetos más preciados durante un tiempo, levantarles la voz…,2 o si es de los que piensan que cuando un niño presenta un problema toda la culpa es de él, o que es malvado, o que le toma el pelo… Si es así, éste no es su libro (pero mejor que siga leyendo).
Autor
Rosa Mª Jové Montanyola (Lleida, 1961), licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona, está especializada en psicología clínica infantil y juvenil y en psicopediatría (bebés de 0 a 3 años). Igualmente es licenciada en Historia y Geografía con especialización en antropología de la crianza.
Presidenta de la delegación de Lleida del Col.legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya y responsable del programa de salud materno-infantil de UNICEF en Lleida, es miembro fundador del grupo de psicólogos en emergencias y catástrofes de Cataluña, con más de treinta intervenciones, entre las que destacan las inundaciones de Biescas o los atentados del 11-M.
Desde 1994 es la responsable del gabinete de psicología del Centro Médico CMS en Lleida, pero dada la avalancha de niños con problemas del sueño abrió consulta también en Barcelona. Actualmente está estudiando la posibilidad de hacerlo en Madrid.
Autora de varios artículos de divulgación sobre psicología infantil, cursa un doctorado sobre sueño infantil en la Universidad de Lleida.
Madre de dos niños de seis y ocho años, su marido, médico, colabora con ella en las investigaciones sobre el sueño.
Como curiosidad, señalar que habla la lengua de signos (para sordos).
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