Con lo mucho que se ha escrito sobre la fe cristiana y su inspirador, pocos libros hay tan provocadores como éste. Desde el título, se nota ya que el escritor busca torcerle el brazo a los muchos siglos de doctrina y teología que subyacen en la cultura occidental, fruto de las diversas y contradictorias interpretaciones del mensaje de Jesús.
El de Saramago es un Jesús humano, muy humano, que pugna por entender, cuando no por evadir, un destino fraguado por un Dios insidioso y ególatra y el contrapunto de un Satanás demasiado conocedor de las debilidades del hombre. Una escena tremenda pone a los tres a conversar en una barca en medio del mar, en un diálogo que resume parte de la historia de la fe en Occidente, y que deja mejor parado al Demonio que a Dios.
Un prosa exquisita y menos exigente que en las novelas más intrincadas del autor, amén de un sentido del humor extremadamente fino, hacen de la lectura un deleite. Aunque muchos católicos se espantarán al leerla, creo que vale la opena que hagan el esfuerzo, en última instancia para tratar de imaginarse a Jesús un poco más como lo vio Kasansakis (y lo muestra Martin Scorsese en La Última Tentación) que como nos lo han pintado en los catecismos.
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